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Es muy común que en el entorno en el que vivimos, sintamos ansiedad en momentos
puntuales o, incluso, cotidianamente.
La ansiedad es una respuesta física que nos avisa sobre algún peligro y nos prepara para
huir, luchar o quedarnos inmóviles. Aunque la ansiedad es molesta cuando la sentimos,
es nuestra aliada porque nos avisa sobre una amenaza a la que hay que hacer frente. El
tema es que también sentimos ansiedad ante situaciones imaginarias, no sólo reales. Es
por ello que podemos pasarnos mucho tiempo con altas dosis de ansiedad, hasta llegar a
padecerla. En estos casos, a pesar de la incomodidad e incluso de problemas asociados,
la ansiedad nos dice algo acerca de nosotros/as.
¿Qué esconde la ansiedad? Imaginemos una olla con un caldo y encima de esta olla una
tapa. La ansiedad sería la tapa y es en los momentos en los que hay un peligro donde el
fuego en el que está la olla sube, produciendo que la tapa se mueva, es decir que haya
ansiedad. Pero, ¿qué hay en la olla? Todas las emociones que puede ocultar la ansiedad,
ya sea miedo (que puede ser la más común), tristeza, rabia, asco, alegría, sorpresa...
Sentir ansiedad en momentos puntuales es normal y lógico, el problema viene cuando
ésta, por lo que sea, es muy frecuente, dura demasiado o es tan intensa como para poder
tener bienestar. Es aquí donde puede presentarse algún trastorno de ansiedad que puede
dificultar o impedir llevar una vida cotidiana. Para gestionar la ansiedad conviene
primero disminuirla y, segundo, escuchar y analizar las emociones y pensamientos que
hay debajo.
Siempre podemos hacer algo para que dejemos de sufrir ansiedad. Lo primero que
podemos hacer es normalizar este suceso y entender que si sentimos ansiedad es porque
percibimos alguna amenaza real o imaginaria.
También es importante realizar alguna estrategia de distracción, antes que una de
relajación. La distracción (como por ejemplo atender a algún estímulo de nuestro
alrededor como la ropa de las personas) favorecerá, en un primer momento, el
desconectar de la ansiedad. Una vez dominemos esta estrategia, podemos pasar a
aprender a respirar pausadamente.
Para respirar pausadamente, podemos coger aire durante 6 segundos intentando llevarlo
a nuestros estómago (si es necesario podemos colocar una mano en el pecho y otra en el
estómago), mantener el aire unos 3 segundos y soltarlo por la boca unos 6 segundos
más, para mantenernos sin aire unos 3 segundos. Respirando así durante unos 5
minutos, nos estamos enviando un mensaje a nivel corporal para relajarnos. Es
conveniente practicar este ejercicio (o cualquiera similar o una meditación) cuando no
estamos con ansiedad, para prepararnos cuando nos sintamos más alterados/as y poder
relajarnos con mayor facilidad.
Cambiando nuestro diálogo interior cuando sintamos ansiedad también puede sernos
útil. Centrarnos y pensar en las sensaciones físicas hará que aumente. Si queremos
reducirla podemos pensar en un mensaje que nos inspire o nos tranquilice.
Hay otras estrategias para reducir la ansiedad, como por ejemplo realizar actividad o
ejercicio físico, tocar a nuestra mascota, estar rodeado de gente que nos alegre, etcétera.
Esperamos que con esto puedas dejar de padecer ansiedad y verla como lo que es, un
aviso y oportunidad para atenderte a ti mismo.
Psicología Sabadell |Sabat
Marc Muñoz
+34.677.400.311

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